Si la perfección es lo más inhumano, lo más alejado de lo que es uno, Vero la persigue en busca de certezas -sus bananas son como las que están en el supermercado. Sus personajes (también sus piedras, huevos y pastos tienen cualidades de sujeto) están reducidos a su máxima síntesis: la línea.
Entre la debilidad y la fortaleza más absolutas, tanta intensidad que es Vero sólo puede traducirse en el fondo más plano, el matiz más exacto del color y la línea más precisa.
La alfombra que no abriga tanto, un pájaro con patas de huevo, una piedra que llora y se derrite. En esta serie, en la que más de una obra es de fondo blanco y dibujo de línea negra, Vero demuestra el valor y la fuerza inherente de lo simple.
John Maeda define la simplicidad como la acción de eliminar lo obvio para rescatar lo significativo. Cita ejemplos como el iPod o el buscador web de Google para demostrar el poder de la simplificación en la tecnología. Lejos de esta búsqueda de absoluta funcionalidad, Vero pinta con el espíritu de escalar una montaña "porque está ahí". Y su simpleza se convierte en enigma permanente. Hermosamente complejo, pero infinitamente simple.